Apr 04 2009 |
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Pedro Díaz Arcia
Una cosa es lo que piensan los de arriba y otra la que sufren los de abajo: simplemente, suele ser así.
Los aires londinenses, limpios de la mística neblina que cubrió los pasos de Jack el Destripador, acogieron la reunión ecuménica que se propone demostrar que la resurrección pudo consumarse al segundo día.
Cuando los principales líderes del planeta, es decir, de las naciones más pujantes, debatían las medidas para encontrar los caminos para salir de la crisis económica mundial, el francés Alain Robert, conocido como El Hombre Araña y un batallador contra el calentamiento global trepó desafiante la sede de la aseguradora Lloyds of London, entre los gritos de la multitud y el acecho policíaco.
Todo fue en vano.
El famoso ecologista debe estar satisfecho porque, según el comunicado emitido por la reunión del Grupo de los Veinte (G-20), las medidas adoptadas persiguen el propósito de acelerar “la transición a una economía verde”.
Si Bretton Woods creó en el siglo pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) como uno de los “salvavidas” para sacar al capitalismo del foso en que se encontraba atrapado, casi 80 años después los representantes de los países más industrializados y de economías emergentes se proponen el fortalecimiento del pulpo financiero, causante de siniestras políticas de shock contra los pueblos.
El propósito es evidente, evitar que el reinado del Dólar se les derrumbe como un castillito de arena.
El pecado, que muchas veces se esconde en las faldas de la manipulación mediática, hace tiempo salió a la luz: la crisis hipotecaria en Estados Unidos, que estalló con la fuerza de un volcán arrasando a su paso con el empleo y el espejismo del sueño americano, que para muchos vive el embeleso bajo carpas a barlovento de los vientos de miseria, es el causante de la crítica situación mundial.
La Cumbre “ecuménica” acordó, entre otras medidas, entregar recursos extraordinarios por un total de 750,000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a los países afectados por la crisis; levantar el sacrosanto secreto bancario para eliminar los paraísos fiscales; incrementar las regulaciones dentro del mundo financiero y sancionar a los infractores; así como destinar otros 250,000 millones de dólares para impulsar el comercio global y -en un conmovedor gesto altruista- aportar 100,000 mil millones de ayuda extra para los países más pobres.
Según el comunicado de la Cumbre, la “expansión fiscal sin precedentes y concertada” salvará o creará millones de empleos para finales del próximo año, “equivaldrá a 5 billones de dólares”, e incrementará el Producto Interno Bruto (PIB) mundial en un 4% en un transición hacia una economía “verde que te quiero verde”, como nunca lo soñó García Lorca en su Romance sonámbulo.
La Internacional Capitalista metió las manos en los bolsillos de los contribuyentes para intentar alejar el fantasma de las explosiones sociales y rescatar, hasta otros tiempos, la vigencia de una formación económica sometida a crisis cíclicas -cada vez peores- y que forjó sus lanzas en el seno del feudalismo.
Para ello, la cita decidió también la creación de un llamado Consejo de Estabilidad Financiera, institución que como un gendarme internacional velará porque se respeten las reglas del juego.
El Foro incluirá a sus miembros, a todos los países del G-20, a la Comisión Europea y a España y colaborará con el FMI para alertar a tiempo, como un almuédano en su atalaya, sobre los riesgos “macroeconómicos y financieros eventuales y las medidas necesarias para hacerles frente”.
Para eludir sorpresas, el Primer Ministro del Reino Unido, Gordon Brown, informó sobre otro encuentro similar antes de fin de año, para ver cómo marchan las cosas.
Por un sí o por un no, China, el país que posee la mayor cantidad de dólares en el mundo, firmó acuerdos para negociaciones comerciales con Argentina obviando la presencia del Dólar. Previamente, los había suscrito con Corea del Sur, Malasia, Bielorrusia e Indonesia, en tanto Argentina lo ha hecho con Brasil.
Según los reportes el acuerdo, en una senda de doble vía, permite a Argentina comprar productos chinos con una línea de crédito de unos 10,000 millones de dólares a la vez que Argentina pone a disposición de China una suma equivalente en pesos.
El FMI declaró que un 65% de las monedas en circulación a nivel planetario son dólares. La preeminencia de la moneda universal por excelencia y sus prerrogativas en los mercados financieros estadounidenses harán muy difícil su desplazamiento.
Entre el eco de los resultados dados a conocer por el G-20, el Presidente venezolano, Hugo Chávez, desde el lejano Irán, arremetió el jueves contra Estados Unidos e Inglaterra a quienes considera los principales culpables de la crisis financiera en el mundo y afirmó que el capitalismo, que no puede regular al sistema financiero mundial, tiene que terminar.
Parece que en Londres la “resurrección” se consumó al segundo día.
Pero, no hay que olvidar que “una cosa es con violín y la otra es con guitarra”.
Por Esto!
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