miércoles, 4 de marzo de 2009

México.- Comparemos por un momento las bondades y las penurias que las nuevas tecnologías traen a nuestras vidas día con día. Para ser más específicos, por qué no enfocarnos en las redes sociales.

La balanza de algunos sin duda se inclinará más por las primeras, reflejadas al encontrar a amigos de la infancia, al tener un acceso más rápido a grupos especializados y poder interactuar con personas de cualquier parte del mundo, o al haber encontrado al amor de su vida a través de Facebook, Hi5 o MySpace.

Pero la de otros, se irá hacia el lado opuesto, empujada por insólitos casos como el enterarse mediante una red social que planean pedirle el divorcio, o ser víctima de uno de los muchos acosadores sexuales que usan estas plataformas para elegir a sus víctimas.

La realidad es que la información privada que se sube a la red puede ser un arma de doble filo. Basta con escribir en Google el nombre de una persona y si ésta tiene un perfil creado en una red social, seguramente el buscador arrojará el link.

Como ejemplo de lo anterior, el escritor Seth Godin, también experto en marketing interactivo, postea un curioso caso en su blog en el que narra como una amiga publicó un anuncio en internet buscando a alguien para cuidar su casa en su ausencia.

Tres currículos le llamaron la atención, señala, y procedió a buscar los nombres de los candidatos en Google.

La primera búsqueda remitió a la amiga de Seth a una página de MySpace, donde había una foto del candidato al puesto bebiendo cerveza de un embudo. Entre sus pasatiempos, en primer lugar se leía "irme de juerga".

La segunda la llevó al blog del segundo aspirante. En la entrada más reciente creada decía: "Estoy buscando algunos empleos sin importancia por ahora, y es muy molesto. En cuando logre vender algunas de mis pinturas sin duda renunciaré".

En la tercera búsqueda sólo encontró seis resultados que concordaban con el nombre, y las seis eran de departamentos de policía indicando que la persona había sido arrestada dos años antes por robo.

Obviamente no necesitas ser un bebedor empedernido, un pintor fracasado o un ladrón de poca monta para aparecer en la red, pues sólo basta que acostumbres actualizar tu perfil en una red social con tus actividades diarias para estar bajo la lupa de todo el mundo.

La red se convierte en una suerte de currículum vitae permanente del que es difícil escapar en estos tiempos. Incluso Facebook pretendía ser el propietario perpetuo de todos los datos, documentos e información que los usuarios subieran en sus perfiles, aunque luego y tras presiones decidió retractarse.

La intimidad en internet hoy en día es tan escasa como el dinero en tiempo de crisis, y nuestra información privada deja de ser precisamente eso, "privada", para convertirse en una serie de bites sin dueño a los que podemos acceder cuando queramos, y desde donde queramos.

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