miércoles, 18 de marzo de 2009

Qué lejos de aquel gozoso 18 de marzo de 1938

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2009
Qué lejos de aquel gozoso 18 de marzo de 1938

María Teresa Jardí

A pesar de estar aún muy cerca, a final de cuentas los tiempos de la historia son muy largos, como queda demostrado incluso por los libros, de los que algo les he compartido, editados a propósito de la celebración del 50 Aniversario de la Expropiación Petrolera, un aniversario todavía gozoso, porque apenas llegaba la derecha a Los Pinos de la mano de Miguel de la Madrid como Presidente de la República, luego de dos sexenios terribles por cuestiones diversas: el de Echeverría y el de López Portillo, aunque unidos por el mismo eje conductor que nos ha traído hasta el presente aterrador que en brazos trae al futuro que aún no gatea y que, sin embargo, ya se alza con todo su poder destructor, incluso de la vida misma.
A pesar de estar aún muy cerca, qué lejos parece aquel 18 de marzo de 1938, que bien pudo y que debió ser la punta de lanza para la construcción de nuestra identidad mexicana. De nuestra identidad, como sentimiento de orgullo de pertenencia a una geografía especifica. Lo que no quiere decir encerrarse en una isla ni dejar de ser ciudadano del mundo. De orgullosa pertenencia como asidero, ante la fatalidad incluso, al lugar ligado a los olores y a los colores, a los sabores y a la música, desde el momento mismo del nacimiento o por la herencia de sangre que es igual de fuerte. Una nación, en especifico, convertida en el lugar que como el hogar, materno/paterno, y perdido ese, el propio, que se sabe cobijo cuando la angustia agobia...
Salinas tenía razón cuando en corto decía que los gringos lo querían todo. Pero mentía, por supuesto el paso del tiempo lo ha ido dejando en claro, de cara a una audiencia ávida de creerle, cuando añadía que él entregaba lo menos que podía para salvar a México como república de una nación soberana.
Con Zedillo, supliendo a la justicia por la venganza y dando un golpe de Estado a la desde entonces bien comprada Suprema Corte de Justicia de la Nación, se evidenció del todo la poca confianza que se podía tener en la buena fe de los políticos de derecha, que con el PRI llegaron al gobierno donde siguen incrustados con un usurpador del PAN como cabeza, luego del paso del que parecía ser el más imbécil de los panistas y vaya que la estupidez de Fox ya es legendaria, pero hay que ver lo que al respecto nos faltaba por ver con Calderón como usurpadora cabeza.
Es entendible el afán de AMLO, de no separarse del todo del PRD. Acostumbrados estamos a que las democracias se construyan a base del juego partidario. Y no hemos, como humanidad, encontrado, con toda seguridad porque no nos hemos tomado la molestia de buscarlo, otro camino para construir ese lugar que, pintando como paradisíaco, se ha ido convirtiendo en el infierno. Y los movimientos guerrilleros que han buscado el cambio en el poder han sido un fracaso, más temprano que tarde, porque, al igual que los partidos, se han podrido. Claro ejemplo lo que ocurre hoy en Nicaragua. Y, sí, es alentador en cambio lo que en El Salvador pasa y supongo que esa es la apuesta de AMLO aunque él, de izquierda, tampoco tenga nada y en cambio cargue en su bagaje lo aprendido con Echeverría, que es uno de los lastres que los mexicanos cargamos en nuestra espalda, quien, como Calderón, tampoco debió llegar al poder.
Lo que no es entendible de AMLO es que no se tome la molestia de entender los sentimientos que el PRD, junto con el resto de partidos, despierta en los ciudadanos. El no apartarse del todo del PRD, lo que anuncia es su derrota incluso como la única esperanza que nos queda a los mexicanos de posibilidad de cambio pacífico.
Por Esto!

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