Feb 25 2009 |
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Jorge Lara Rivera
“Alimañas, víboras negras y tepocatas...” fue comprobadamente la expresión que en una recordada oportunidad empleó Vicente Fox Quesada para referirse y descalificar a sus adversarios políticos, estigmatizándolos. Pero no fue la única, ni sólo esa expresión, tanto en la campaña del 2000, como a lo largo de ¿su? errática y enfermiza “administración”.
Por muy mala memoria –literalmente– que se tenga del foxiato, la clase política del país no dejará mentir ni negar que uno de los pocos “logros” atribuibles en justicia a ese deleznable “lapsus” de nuestra democracia, es ese lenguaje burdo, grueso y vulgar, una falsificación de lo norteño, que caracterizó al tenebroso clown encargado –al menos nominalmente, según su reciente confesión– del Poder Ejecutivo.
“Estilo coloquial” lo llamaron los lambiscones (como las ‘J’s Alatorre y López Dóriga) en los medios y los gacetilleros a sueldo dirigidos por el hoy escamado Lino Korrodi buscaron “venderlo” como pintoresco, francote, abierto. Sus correligionarios en Acción Nacional, tan acostumbrados a la doble moral de llamarse a sonrojo por cualquier exabrupto de bar priísta, pero sin empacho a la hora de cometer fechorías contra el pueblo de México, lo festinaban como “carisma”.
De ahí el tamaño del cinismo que, sugestionada por su caracterización de “Úrsula” en la comparsa que comanda la plena ebriedad del carnaval de las sirenitas, ahora exhibe doña Magaly Cruz Nucamendi, la dirigente estatal del panismo, buscando sorprender la buena fe del electorado mediante su acusación ante el IFE contra el candidato priísta a diputado por el 2º. Distrito, Felipe Cervera Hernández, degarrándose sobreactuadamente los tentáculos y las vestiduras porque aquél usó la palabra “víbora” en un mitin, misma que se arrogó para sí e identifica con ésta al blanquiazul.
Como se ve, no queda muy claro si lo que M. Cruz Nucamendi persigue es el uso exclusivo de la palabra de marras o si en su partido están ofendidos por sentirse aludidos cuando en mítines priístas se la menciona. Tampoco podría precisarse si el asunto corresponde abordarlo al IFE, a la Academia Mexicana de la Lengua (la chafona local no), a la SEMARNAP o la PROFEPA (donde el ánade lógicamente les apoyaría).
Por lo disparatado y desproporcionado del asunto uno podría creer que se trata de medidas desesperadas, una “vacilada”. Pero a juzgar por otros sucesos, bien pensado parece más un ardid calculado en la estrategia de “campaña sucia” que encuadra muy bien con diseños de la encantadora (de serpientes –pues mantuvo a raya durante el foxismo y luego en el debate público al ganapanes Porfirio Muñoz Ledo, y ha sabido habérselas sin perder resuello con Elba E. Gordillo M.) dama economista, ex titular de la SEDESOL cuando Foxilandia y ahora funcionaria federal a cargo de la SEP quien visitó en plan “familiar” –a los de su calaña, claro– la ciudad el fin de semana.
No fue, por cierto, la única presencia ajena. Sumándose al golpeteo contra el gobierno de Ivonne Ortega Pacheco desde el vocero impreso de la oligarquía local estuvo, muy lenguaraz también, la diputada local mexiquense Mariela Pérez de Tejeda Romero, enviada ex profeso por el otro rijoso, Germán Martínez Cazares, a quien por sus irresponsables declaraciones que pretendía triunfalistas respecto a la guerra al narco, el lunes ubicara como fuente de estupidez el austero Secretario Nacional del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Jesús Murillo Karam.
Resulta que Mariela Pérez ha querido dárselas de microhistoriadora docta en estudios sociológicos y de salubridad yucateca, pasar por experta consultora emitiendo opiniones “técnicas” infundadas acerca del Hospital O’Horán, totalmente desinformadas, puesto que ha quedado exhibida como farsante, ya que, precisamente el medio para el cual declarara publicó previamente el programa de medidas que la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco ha emprendido para subsanar yerros y reparar las deficiencias heredados de la anterior administración estatal –panista, para más señas.
En una alharaca frontal afirmó que en Yucatán se gobierna con “pura imagen”, sin darse cuenta de que ese estilo fue inaugurado y lo sostiene el panismo, su partido, desde la era del foxismo, prosiguiéndolo quienes hoy despachan en el régimen federal; sin reparar en que, por otra parte, en la memoria de los yucatecos está todavía muy reciente el recuerdo del período cosmético patricista (algunos de cuyos estragos son el origen de lo ocurrido en el O’Horán y le produjeron escozor).
Pero sería iluso pedir congruencia a una “legisladora” cuyo trabajo en la Cámara ha pasado sin pena ni gloria, gris y mediocre, y cuya trayectoria política se reduciría al griterío y el argüende estériles, si no fuera por su servilismo con los dedazos y designios del comité de la dirigencia nacional impuesta a su partido desde Los Pinos.
Se trataba sólo de enlodar por enlodar. “Calumnia, calumnia que algo queda” es la divisa partidista, ya que la verdad, la integridad y la honestidad nunca han sido importantes para esta gente.
Otro dato, coincidente con esta orquestación ha sido la campaña paralela de apoyo a su partido que, mediante sus propios informes de autopromoción, ha emprendido la jurásica Beatriz Zavala Peniche. No va a negarse que se presta, por lo menos, a confusión si no es que a francas malas interpretaciones el que apoyada en simples legalismos la senadora federal ex titular de la SEDESOL haya escogido estas fechas para “informar” de su trabajo legislativo.
Así, el injerencismo del régimen federal y la dirigencia nacional panista en las elecciones yucatecas es más que obvia y evidente y revela nerviosismo, pero también que vienen con todo y sin escrúpulo.
La simulación es el verdadero “peligro para México” y esa parece seguir siendo marca patentada por la vida y la conducta del panismo.
Son los votantes, sin embargo, quienes decidirán en las urnas lo que quieren como portavoz en la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. Allá cada cual y su conciencia.
Por Esto!
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