sábado, 28 de febrero de 2009

La familia

Feb
28
2009
La familia

Alberto Híjar

El mito religioso que sustenta el dogma de la familia patriarcal y macha, no impide la destrucción de ella como garantía de la explotación constante. Trabajar dos turnos y, si se puede, conseguir una ayudita eventual los fines de semana, son habituales para los trabajadores con salarios insuficientes. Como además estos empleos están cada vez más reducidos a la contratación temporal sin derecho alguno de antigüedad ni prestaciones, hay que conseguir trabajos a las esposas y a las hijas e hijos. Como está prohibido por ley el trabajo infantil es bueno lo que caiga. La familia no puede reunirse ni los fines de semana, cuando la chamba eventual es una bendición. Se maldesayuna un café instantáneo, quizá un pan, algún resto de los frijoles de ayer y la comida puede ser cualquier cosa a media calle. Se acabaron las comidas con toda la familia presente. Arturo Mecalco, un trabajador electricista que hacía excelentes instalaciones artísticas, alguna vez expuso la comida del obrero, pato al orange o sea, un gansito marinela con un refresco de naranja. Si hay niños en edad escolar, alguien los encamina a la escuela y si bien les va, tendrán desayuno. Nadie quiere vivir así. La familia disgregada es condición capitalista sin solución, pese a aquella recomendación del Secretario del Trabajo del gobierno de Fox que pidió a las mujeres instalarse en el seno del hogar. El candidato a santo, Carlos Abascal, proponía así procrear fuentes de trabajo por los que dejaran las mujeres, reintegradas a donde jamás debieran haber salido.
El trabajo asalariado ha incorporado a las mujeres así liberadas en apariencia de la dependencia del macho patriarca. Pero en rigor y pese a los manifiestos por la equidad, no reciben salarios iguales por trabajos iguales a los de los hombres y están sujetas a condiciones tan leoninas como las de las maquiladoras donde se les paga a destajo, por pieza, sin importar horarios ni descansos para cumplir con el mínimo impuesto por los patrones. A la pérdida del tiempo familiar, la condición de explotados reduce las capacidades afectivas y solidarias. Me decía en 2006 una famosa dirigente de la fábrica de ropa Bruckman de Buenos Aires, una de las primeras tomadas y echadas a andar por los trabajadores, que no podía seguir en la lucha porque vivía a dos horas de la capital y tenía marido diabético urgido de atención.
Pero la dialéctica del amo y el esclavo descrita por Hegel, hace que tampoco los ricos mantengan la vida familiar entre desayunos, comidas y cenas empresariales, viajes, giras, mientras la señora va de compras, las hijas y los hijos viven en el club y en la casa en la playa y los más pequeños están al cuidado de nanas de tiempo completo. Por tanto, ¿de qué familia hablan los defensores de valores realmente inexistentes? Hablan de un mito y un rito rentable, pero no tanto, porque el encuentro mundial de enero al que el Papa declinó asistir, tuvo que suspender su clausura por mal tiempo incluyente de la poca asistencia en el atrio de la Basílica de Guadalupe. Los días de la celebración estuvieron llenos de movilizaciones para denunciar los abusos de sacerdotes pederastas, el desconocimiento de familias distintas a las representaciones conservadoras, la reivindicación de las madres y padres solteros, la dura situación de los migrantes, en fin, todo aquello que prefieren ignorar quienes usan al mito de la familia decente y unida como en película de Fernando Soler y Sara García, para celebrarla un día de ventas altas en restaurantes y diversiones de la industria del espectáculo. Alguien canta solitario a León Chávez Teixeiro: “Ponciano Flores, cinco hijos, su mujer y la miseria en un cuarto amontonado…todo en el mismo lugar”….
Por Esto!

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