lunes, 5 de julio de 2010

¿El último día del Presidente?

por Antonio Navalón
Hay decisiones que exigen ilusión a costa de conocimiento
¿Será hoy el último día del sexenio de Felipe Calderón? Lo que sí es seguro es que a partir de hoy tendrá sólo dos caminos: llamar al PRI a dialogar e, indirectamente, entregarle por anticipado el gobierno del 2012, o hacerse fuerte con lo que quede de las alianzas, aceptando cambiar el modelo económico y, codo a codo con Andrés Manuel López Obrador en el Palacio Nacional, anunciar a toda la nación una alianza para refundar el país.

El resultado de la batalla iniciada en 2006 lo sabemos: la fracasada guerra contra el crimen ha dinamitado el crédito político del Presidente; hoy México carece de gobierno. El recuerdo de la protesta aquel 1 de diciembre nos acompañará a todos, no sólo a Calderón, porque la memoria política de México comprobó que si él pudo ponerse la banda presidencial en San Lázaro fue gracias al apoyo del PRI; tras el día de ayer, sabe que sólo podrá salir bien de Los Pinos si en el camino emplea el mismo tipo de acuerdo que utilizó a su entrada.

En diciembre de 2006 el PAN era mayoría y Calderón el presidente de la minoría por una diferencia de 0.56%, ahora su partido es minoritario y él comandante en jefe de una guerra no ganada de momento y fuertemente cuestionada.

En política importa por igual el qué y el cómo. Como en el amor, en la política importa el tiempo y hay decisiones que exigen ilusión a costa de conocimiento. En el caso de Calderón, puede hacer de su enemigo AMLO su aliado, o reconocer lo que en una democracia es doloroso pero casi siempre cierto: el pueblo no se equivoca.

Los 70 años del priísmo no han dado ventaja al PAN. A estas alturas las dimisiones del Gobierno y de Los Pinos solas no sirven de nada. El problema para el PRI es convencerse y convencer de que esos años están hechos de algo más que trampas, tranza y traición.

En dos años y medio puede pasar de todo, así que el PRI debe saber que si desea dirigir al país en 2012 tiene que empezar a gobernar esta misma tarde. Si no, puede ser que aunque la presidencial no sea ya para el PAN, tampoco lo sea para ellos.

Los ajustes del Gobierno ya no son relevantes porque la crisis política ha dejado de ser tema de un sólo partido o de un solo presidente y sólo los locos pueden sumarse a la jauría en contra de lo que está solo y desarbolado en Los Pinos.

Calderón ya no tiene fuerza política, lo apostó todo a la acción militar, poniendo en peligro al ejército, como consecuencia, hoy cualquiera puede ser acribillado.

Por eso, los gobernadores electos deben recordar el asesinato del candidato Rodolfo Torre Cantú porque nada les garantiza que su victoria de ayer les permita gobernar.

Apuesto ahora al instinto de supervivencia, ya no a la generosidad ni a la inteligencia, para que quienes han conquistado el voto popular, sepan que para sentarse en las sillas del águila de sus estados será necesario que ganen la guerra del desgobierno.

Tal vez sea cierto que el PRI es el futuro del pasado. En cualquier caso, hoy México es un país nuevo y, esperemos, mejor.
Zocalo-Saltillo

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