Jesusa Cervantes
MÉXICO, D.F., 16 de julio (apro).- La tarde del pasado miércoles, Felipe Calderón Hinojosa dio el banderazo de salida a la carrera presidencial con miras al 2012. Por lo menos así interpretó la oposición los cambios anunciados en la Secretaría de Gobernación, la Oficina de la Presidencia y la Secretaría de Economía.
El mensaje entre líneas que vio el PRI, por ejemplo, fue que no sólo arrancó la carrera por la candidatura presidencial en el PAN sino, que además, al más viejo estilo priista, el presidente de la República extendió su manto protector a quien, en forma evidente, hizo saber que es “su” candidato: Ernesto Cordero.
En el PRD, más cauto, Alejandro Encinas, un político de izquierda caracterizado por su prudencia y certeros análisis, lanzó tres frases apenas se anunciaban los cambios: “Esto es parte del rejuego de la sucesión del 2012” y “se adelantó la sucesión”.
Desde la óptica del PRI, lo que sigue a cada frase de Encinas es, en el primer caso, que los cambios implican proteger al candidato de Calderón; el segundo significa dar el banderazo dos años antes.
Pero quién es el candidato del Ejecutivo según el PRI, pues Ernesto Cordero, el actual secretario de Hacienda. Y ¿por qué él?, pues porque se eliminó de la Oficina de la Presidencia a una mujer “incómoda”: Patricia Flores, quien desde su posición hizo mancuerda con algún subsecretario de Hacienda para impulsar como candidato a Alonso Lujambio, actual secretario de Educación Pública.
Según el análisis priista, a Patricia Flores se le adjudicó como pretexto el haber metido las manos en algunas licitaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) para beneficiar a algunas personas --que el PRI no identificó--, pero que en el fondo se estaba buscando un pretexto para sacarla de Los Pinos y, desde esa posición privilegiada, cerrarle el paso a su presunta operación a favor de Lujambio quien, según los priistas, no es el candidato de Calderón.
Del otro lado, de la Secretaría de Gobernación, la salida de Fernando Gómez Mont la firmó él mismo el 30 de octubre de 2009, día en que signó un convenio con Beatriz Paredes Rangel, la dirigente nacional del PRI, para frenar cualquier alianza política.
El revuelo que causó la revelación del documento --que primero negó César Nava, dirigente nacional del PAN--, y que luego “balconeo” desde la tribuna de la Cámara de Diputados, provocó tremendo malestar en la Presidencia de la República, pues el exsecretario de Gobernación expuso así la clara intervención del Ejecutivo federal para allanar el camino a su partido, Acción Nacional.
Como se recodará, aquel convenio no fue para frenar “todas” las alianzas, sino únicamente la de 2011 para el Estado de México; y es que por ser dicha entidad la de mayor número de votantes y ser el estado que gobierna el puntero del PRI para la candidatura presidencial, Enrique Peña Nieto, pues PRI y PAN decidieron ayudarse mutuamente.
En la política se considera un entendido que el partido que gane la elección para gobernador del Estado de México gana la elección presidencial; así es que Paredes, en su afán por quedar bien con Peña Nieto, ofreció a Gómez Mont frenar lo que éste considera como una alianza ‘antinatura’ entre PAN y PRD.
Desde el día en que se “filtró” el dichoso convenio, la cuenta regresiva de Gómez Mont en la dependencia empezó a correr en su contra. Sin embargo, esto no podía ocurrir antes de los comicios del 4 de julio de 2010, pues se podría generar inestabilidad, ya que dicha instancia es la encargada de mantener el vínculo con los diversos partidos políticos.
De por sí el ambiente previo a los pasados comicios estuvo lleno de guerra sucia, acusaciones y reclamaciones, un cambio en Gobernación no habría sino agravar aún más el ya podrido ambiente preelectoral.
Así es que pasado el 4 de julio es que se anunció el cambio en Gobernación ya avizorado.
Los priistas están contentos con el relevo, pues quien llegó en sustitución de Gómez Mont es para ellos no sólo un joven sin experiencia en la materia, sino además alguien que demostró en los hechos su falta de pericia política, su ausencia de estrategia y un personaje que evidenció no saber cómo se gana una elección.
Para muestra el propio resultado electoral del pasado 4 de julio en su natal estado, Baja California, en donde hasta el 14 de julio fungió como secretario general de Gobierno.
Fue justamente José Francisco Blake Mora, en su calidad de funcionario estatal, el encargado de operar la elección a favor de su partido, el PAN, y el hombre en quien confió el gobernador Guadalupe Osuna Millán.
Los resultados fueron desastrosos para el ahora secretario de Gobernación: de cinco alcaldías que estuvieron en juego perdió todas y de los 16 distritos electorales cedió 14.
Así, después de 21 años de hegemonía panista en el emblemático estado de Baja California, pues no sólo fue la primera entidad en donde ganó una presidencia municipal en 1986, la de Ensenada, con Ernesto Rufo Appel, sino que además fue el primer estado en donde logró que se le reconociera el triunfo a la gubernatura con este mismo personaje.
De aquellas elecciones, en 1989, y donde el PAN ganó la gubernatura, surgieron jóvenes políticos que llegaron al gobierno federal de Felipe Calderón, entre ellos Héctor Osuna y Cuauhtémoc Cardona.
El primero de ellos llegó a la Comisión Federal de Competencia en el tiempo de Vicente Fox y luego se afianzó en la administración calderonista; y el segundó arribó como subsecretario a Gobernación en tiempos del foxismo y hoy se ubica como asesor en la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA).
En cuanto a Blake Mora, éste fungió por aquella época como regidor de Tijuana, tiempo después acompañó a Calderón en la 58 Legislatura federal, la de 2000-2003; de ahí pasó a diputado local y a ser el coordinador de la bancada panista en Baja California.
Cuando Guadalupe Osuna Millán, quien también fue compañero de bancada de Calderón en la 58 Legislatura, decidió contender por la gubenatura en el norteño estado hace dos años, se llevó a Blake como su secretario de Gobierno, su principal operador político.
Así, el mismo operador que perdió luego de 21 años el emblemático estado de Baja California, fue nombrado por Felipe Calderón para que se encargue de la política interior del país, lo cual implica tender puentes y negociar con los partidos de oposición.
¿Por qué Calderón lo ubicó en tan importante posición”. Primero porque no tiene cuadros políticos de quienes echar mano y, segundo, porque es una de las pocas personas en que confía y presupone que le será leal hasta el 2012.
En cuanto a Ernesto Cordero, resulta ser su carta fuerte para la elección presidencial, según los priistas, porque simplemente no tiene a nadie más; Calderón considera que en estos dos años previos a la contienda podrá construir una candidatura creíble y, por lo pronto, ya efectuó el primer paso: quitar los obstáculos que su delfín tenía dentro de casa: a Patricia Flores y, de paso, mandar una señal a Alonso Lujambio para que aplaque sus ansias de poder.
Estas son las lecturas de la oposición. La única certeza de todo esto es que la lucha por la candidatura presidencial ya arrancó y, si no, que se lo pregunten a los de enfrente: a Andrés Manuel López Obrador, quien ya dijo con todas sus letras lo que todo mundo sabía: que se mantiene en la lucha por la silla presidencial.
Del lado del PRI todavía no puede asegurarse quién será el candidato, primero deben pasar la prueba de fuego: la elección mexiquense del próximo año y en donde los priistas deberán mostrar ante sus electores que sí tienen la fuerza pero, sobre todo, la unidad para regresar a la Presidencia… claro, si antes logran acabar con López Obrador, el candidato, para muchos, el verdadero candidato del pueblo.
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