lunes, 14 de septiembre de 2009

El paquete económico, asalto a los bolsillos

CARLOS ACOSTA CóRDOVA

La propuesta de programa económico del gobierno calderonista no gustó a nadie. Empresarios y académicos la tildan de tramposa y consideran que el afán recaudatorio no resuelve el problema de fondo, pues lejos de cobrar más impuestos a los ricos pretende que sean las clases medias las que sufraguen la crisis. El experto en derecho fiscal Mariano Latapí sintetiza el problema: el paquete fiscal no sólo atenta contra toda la actividad económica, sino que podría ahondar la crisis.

En menos de una semana, los aplausos y elogios que tímidamente pudo arrancar el presidente Felipe Calderón con su mensaje a propósito del tercer informe de gobierno se trocaron en rechazo casi unánime.

La razón: a nadie gustó su programa económico para 2010, pues no resuelve la emergencia económica, nada hace para sacar al país de la crisis, ni procura abatir el ya apabullante desempleo; en cambio, sí concita el encono social, puesto que –de nuevo– es el bolsillo de la gente y la caja de las empresas el argumento principal para que el gobierno pueda tapar el enorme boquete de 300 mil millones de pesos que dejará la crisis económica el próximo año.

El miércoles 2, un Felipe Calderón exultante gritó un "ya basta" a las actitudes timoratas, a los miedos, los mitos y los prejuicios, a los tabúes que impiden la transformación real del país. "Es la hora de cambiar, y de cambiar a fondo", dijo en Palacio Nacional.

Y llamó al país, a los actores políticos y económicos, a la sociedad toda, al cambio, a hacer a un lado los obstáculos y las inercias que lo impiden.

"En esencia –dijo–, lo que propongo es pasar de la lógica de los cambios posibles, limitados siempre por los cálculos políticos de los actores, a la lógica de los cambios de fondo, de los cambios necesarios."

Aplausos. Elogios. Quienes acudieron a su mensaje, salieron contentos, esperanzados. "Se oyó y se vio bien el presidente", fue un comentario frecuente entre empresarios, políticos de distinto signo, líderes sociales, académicos, gobernadores… Los aplausos de Marcelo Ebrard daban cuenta del ánimo que produjo el discurso del presidente.

Pero rápido el gozo se fue al pozo. Apenas seis días duró. El martes 8, el gobierno federal entregó al Congreso el paquete económico para el próximo año, y apenas se conocieron sus principales contenidos, el presidente y su discurso por el cambio quedaron exhibidos.

Porque lo que evidencia el programa económico –y en ello insistieron, criticaron y reclamaron, el resto de la semana, empresarios, analistas, legisladores, políticos, académicos, líderes, representantes religiosos– es que en su confección nada hay que apueste al cambio, sí muestra muchos miedos del gobierno y mucho cálculo político.

Aunque los medios informativos coparon sus espacios con la información del paquete económico, vale la pena resumir: el gobierno federal había dicho que enfrentaría el extraordinario faltante de ingresos públicos en 2010 con una combinación de más deuda, un mayor ajuste al gasto público y cambios en el marco tributario para aumentar la recaudación.

Respecto de la deuda pública, Calderón no se animó a incurrir en un mayor déficit: según expertos consultados, tuvo miedo de quedar mal ante las calificadoras internacionales, que amagan con bajar el grado de inversión del país; de paso admitió implícitamente que el desempeño de la economía será tan pobre el próximo año que no dará para aguantar un mayor déficit. Oficialmente éste será de 0.5% del PIB, unos 60 mil millones de pesos, menor inclusive al de este año.

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