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¿LIBRE? MERCADO
Eso del libre mercado
fue una méndiga jalada
por el barón calculada
-porque es ladrón abusado-
dentro de un plan amañado:
libertad depredadora
que es del engaño motora;
el mercado es sólo de ellos
del contrario hacen degüellos;
la avaricia como actora.
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Economist Intelligence Unit
Rescate
Esclavos de algún economista muerto
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La crisis financiera que ha devorado al mundo no es sólo una historia de avaricias desmedidas, sino también el resultado de una idea que resultó fallida.
Esa idea, que durante cuatro décadas dominó entre los protagonistas más inteligentes del sistema financiero, era que el mercado es racional y eficiente.
La descripción de Justin Fox de cómo surgió y se expandió la idea es fascinante y entretenida. Economistas laureados con el Nobel, como Milton Friedman y Merton Miller, proclamaron desde los púlpitos de la Universidad de Chicago que el mercado no podía fallar.
La hipótesis del mercado eficiente inspiró una ola de innovadores productos financieros, como instrumentos derivados e hipotecas subprime, que según los creyentes permitirían que los usuarios aprovecharan las maravillas del mercado.
Este evangelio fue abrazado con tal entusiasmo que esos productos pronto representaron miles de millones de dólares. Entonces resultó que el mercado no era tan racional después de todo. El dinero desapareció y, como expresó uno de los devotos de la racionalidad, Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, todo el edificio intelectual se derrumbó.
Para entonces, los principales académicos hacía mucho que habían perdido la fe en la racionalidad de mercado, al menos en su forma más pura. Sobre todo después de que dos de ellos, Myron Scholes y Robert Merton, perdieron hasta la camisa cuando Long-Term Capital Management, fondo de cobertura basado en sus ideas de mercado racional, se colapsó en 1998. En efecto, en 20 años el enfoque de las finanzas académicas ha cambiado hacia teorías que analizan por qué los mercados se comportan de manera irracional.
Para usar la frase de John Maynard Keynes, los participantes del mercado que en años recientes apostaron miles de millones de dólares en estos productos inspirados en la eficiencia del mercado eran esclavos de algún economista muerto.
Lo único decepcionante del mito del mercado racional es que no dice nada de cómo cambiarán las ideas que conforman los mercados financieros en respuesta a este catastrófico fracaso intelectual.
Pero Justin Fox ha escrito a un libro que es digno sucesor de Capital ideas, el clásico de la década de 1990, de Peter Bernstein, sobre la aparición del mito del mercado racional: o sea, una actualización, pero sin final feliz.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya
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