Apr 02 2009 |
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María Teresa Jardí
Mi colaboración de hoy estaba decidida en mi cabeza de antemano. La pensé en el autobús de regreso al D.F.
Pero doy una mirada rápida a los diarios y encuentro que el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública asevera que hay muchas extorsiones en el D.F., aunque teniendo que reconocer que sólo en el 3% se paga algún monto. La cargada de los a modo contra Ebrard a pesar de los esfuerzos del perredista por quedar bien con Televisa.
Debido a una casualidad pasé en el Estado de Veracruz los últimos cuatro días. Y me fui enterando prácticamente por todas las personas, que fueron muchas, con las que tuve la oportunidad de hablar, que la extorsión, por impresentables individuos que se autodenominan “Zetas”, ha pasado ha ser un hecho cotidiano para todas las familias en ese lugar. Colonias enteras donde sus habitantes se ven obligados a pagar por el derecho a continuar trabajando y por el derecho a vivir y por el derecho a que no le asesinen a un miembro de la familia.
Hombres y mujeres comunes y corrientes, para nada delincuentes, obligados a rematar los negocios chiquitos y los medianos y las empresas chicas y las medianas, también. Las cinco empresas monopólicas grandes que se van apoderando de todo ya se sabe que en México están a salvo. Pero no así los veracruzanos que se ganan la vida vendiendo en un mercadito o en una tiendita (tendejón) ubicada en el patio de su casa o en un comercio mejor establecido… obligados a pagar una cuota semanal y además un impuesto por cada producto vendido.
Cuota que fijan los propios delincuentes. Al estilo de Al Capone. En eso no está equivocado Obama. Por lo que no deja de ser una lástima, sobre todo por la luz de esperanza que encendiera, para la humanidad, su llegada, que de inmediato, demostrando que él también ha sido operado del cerebro por el imperio gringo, compare a Calderón con Elliot Ness.
Cuota que la mayoría no alcanza a pagar. Lo que, curiosamente, va dejando solos y por ende convertidos también en pequeñísimos monopolios, se podría decir, a los negocitos un poco menos pequeños que por el monto de sus ventas alcanzan a pagar la cuota o porque de antemano se busca también llegar a esa situación.
La gravedad de lo que hoy ocurre en Veracruz es realmente extrema.
Y como están enterados, al hacer la amenaza, los que se presentan como “Zetas”, vía el padrón electoral y la inteligencia gubernamental. No cabe otra explicación, incluso porque si realmente fueran investigaciones aisladas, por el monto del número de familias extorsionadas, colonias completas, no nos equivocaríamos al pensar que en México ya hay más “Zetas” que mexicanos comunes y corrientes que no somos delincuentes. Lo que a lo mejor se busca que lleguemos. Pero lo que es evidente que todavía es del todo falso. No cabe más que aceptar que la mano gubernamental efectivamente está detrás de esos hechos. Enterados están estos sujetos, muchísimos en número, todos los policías seguramente y tres o cuatro veces duplicado el número con sus respectivos “madrinas”, del número y nombre de hijos y de los nietos y de los padres y de las abuelas y de los tíos, amigos y vecinos… Llegando al grado de llamar y pedir por tal o cual persona con nombre y apellido. Lo saben todo sobre el contexto familiar y laboral cuando llaman por teléfono y cuando en persona aparecen a cobrar.
Y, claro, los ciudadanos comunes y corrientes se aterran. Y unos caen en el chantaje y pagan y obedecen en lo de no denunciar, porque además saben que ninguna respuesta obtendrán y que el riesgo crecerá. Y, otros, que no tienen para pagar, lo rematan todo para irse a otro lugar.
Pero, sabios que suelen ser los pueblos, cuando te explican las personas la experiencia aterradora que viven, de manera recurrente te dicen, que en Veracruz todos saben que el “Zeta mayor” es el gobernador. Al que por otro lado le reconocen —la sabiduría ancestral de los pueblos— el avance logrado en la prestación de los servicios vinculados a la salud. Y, como ya me alargué, mañana sigo con las conclusiones a las que llegué.
Por Esto!
Pero doy una mirada rápida a los diarios y encuentro que el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública asevera que hay muchas extorsiones en el D.F., aunque teniendo que reconocer que sólo en el 3% se paga algún monto. La cargada de los a modo contra Ebrard a pesar de los esfuerzos del perredista por quedar bien con Televisa.
Debido a una casualidad pasé en el Estado de Veracruz los últimos cuatro días. Y me fui enterando prácticamente por todas las personas, que fueron muchas, con las que tuve la oportunidad de hablar, que la extorsión, por impresentables individuos que se autodenominan “Zetas”, ha pasado ha ser un hecho cotidiano para todas las familias en ese lugar. Colonias enteras donde sus habitantes se ven obligados a pagar por el derecho a continuar trabajando y por el derecho a vivir y por el derecho a que no le asesinen a un miembro de la familia.
Hombres y mujeres comunes y corrientes, para nada delincuentes, obligados a rematar los negocios chiquitos y los medianos y las empresas chicas y las medianas, también. Las cinco empresas monopólicas grandes que se van apoderando de todo ya se sabe que en México están a salvo. Pero no así los veracruzanos que se ganan la vida vendiendo en un mercadito o en una tiendita (tendejón) ubicada en el patio de su casa o en un comercio mejor establecido… obligados a pagar una cuota semanal y además un impuesto por cada producto vendido.
Cuota que fijan los propios delincuentes. Al estilo de Al Capone. En eso no está equivocado Obama. Por lo que no deja de ser una lástima, sobre todo por la luz de esperanza que encendiera, para la humanidad, su llegada, que de inmediato, demostrando que él también ha sido operado del cerebro por el imperio gringo, compare a Calderón con Elliot Ness.
Cuota que la mayoría no alcanza a pagar. Lo que, curiosamente, va dejando solos y por ende convertidos también en pequeñísimos monopolios, se podría decir, a los negocitos un poco menos pequeños que por el monto de sus ventas alcanzan a pagar la cuota o porque de antemano se busca también llegar a esa situación.
La gravedad de lo que hoy ocurre en Veracruz es realmente extrema.
Y como están enterados, al hacer la amenaza, los que se presentan como “Zetas”, vía el padrón electoral y la inteligencia gubernamental. No cabe otra explicación, incluso porque si realmente fueran investigaciones aisladas, por el monto del número de familias extorsionadas, colonias completas, no nos equivocaríamos al pensar que en México ya hay más “Zetas” que mexicanos comunes y corrientes que no somos delincuentes. Lo que a lo mejor se busca que lleguemos. Pero lo que es evidente que todavía es del todo falso. No cabe más que aceptar que la mano gubernamental efectivamente está detrás de esos hechos. Enterados están estos sujetos, muchísimos en número, todos los policías seguramente y tres o cuatro veces duplicado el número con sus respectivos “madrinas”, del número y nombre de hijos y de los nietos y de los padres y de las abuelas y de los tíos, amigos y vecinos… Llegando al grado de llamar y pedir por tal o cual persona con nombre y apellido. Lo saben todo sobre el contexto familiar y laboral cuando llaman por teléfono y cuando en persona aparecen a cobrar.
Y, claro, los ciudadanos comunes y corrientes se aterran. Y unos caen en el chantaje y pagan y obedecen en lo de no denunciar, porque además saben que ninguna respuesta obtendrán y que el riesgo crecerá. Y, otros, que no tienen para pagar, lo rematan todo para irse a otro lugar.
Pero, sabios que suelen ser los pueblos, cuando te explican las personas la experiencia aterradora que viven, de manera recurrente te dicen, que en Veracruz todos saben que el “Zeta mayor” es el gobernador. Al que por otro lado le reconocen —la sabiduría ancestral de los pueblos— el avance logrado en la prestación de los servicios vinculados a la salud. Y, como ya me alargué, mañana sigo con las conclusiones a las que llegué.
Por Esto!
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