Jan 15 2009 |
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Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
De entre los bienes y servicios indispensables, de los que depende la alternativa vida-muerte, de quienes sobrevivimos en la geopolítica, la geoeconomía y la geosocial –los tres vértices del triángulo donde se estaciona o expande una sociedad–, de la capital del país y asiento de los tres poderes federales, factores comunes de un centralismo que se resiste a relativizarse; el agua potable, la contaminación en aumento del aire-oxígeno con la consiguiente y acelerada descomposición del medio ambiente; el amontonamiento de desechos-basura y, por la explosión demográfica y su conurbación con las
entidades del Valle de México, la reducción de cementerios como tiraderos, las insuficiencias del drenaje de aguas negras y los ya rebasados desagües para las lluvias, ponen en alerta los límites del crecimiento de la antigua Tenochtitlan-Ciudad de los Palacios, convertida en una capital con exceso de población, de automóviles y obstáculos para la transportación.En 1972 y 1975 se publicaron dos informes sobre el tema de los límites al crecimiento en general. Ambos solicitados y financiados por el Club de Roma (centro de estudios sobre la problemática mundial, fundado en 1968; por Aurelio Peccei, convocando a economistas, planificadores, genetistas, sociólogos, politólogos y empresarios).
Los textos son: Los límites del crecimiento (FCE), resultado del Informe Meadows. El segundo producto del Informe Mesarovic-Pestel. Ambos pusieron el acento en las causas que ponían un límite al crecimiento de las ciudades, y de los países. La escasez progresiva de recursos no renovables: como el agua potable (y por la deforestación) el oxígeno. Ya la administración defeña amenaza con dejar de surtir agua durante cinco días cada mes.
Y colmado el tiradero de basura, por las 12 mil toneladas que producimos (sin separar lo orgánico de lo inorgánico; la basura de las firmas comerciales, sobre todo plásticos) del espacio sanitario (sólo de nombre, pues es una fuente de contaminación) del llamado Bordo Poniente, el Distrito Federal acumula otro problema, todos los cuales: agua, exceso de automóviles, producción de desechos y contagios colectivos por brotes respiratorios, son una bomba de tiempo para el presente.
Otra vez se plantea si la ciudad tiene límites al crecimiento desordenado y caótico, despreciado por las políticas de PRD y Circo (pistas de hielo de costo millonario) mientras delegaciones enteras carecen de una gota de agua y las calles, fuera del Centro Histórico, son tiraderos de basura.
Y donde los empleados y demás trabajadores de a pie invierten un salario mínimo en transporte (¿no que no habría alzas?) y casi cuatro horas para ir y venir a sus lugares de labores. La Ciudad de México ha llegado a sus límites, como en el libro: La humanidad en la encrucijada (FCE). Y es que no hay otros polos de desarrollo. Los panistas ahora con los perredistas, han aumentado cuantitativa y cualitativamente el desastre social, económico y político, en continuidad con la herencia priísta. Por Esto!
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