martes, 25 de noviembre de 2008

Tercera oportunidad para Clinton

Obama o una tercera oportunidad para Clinton
Martes, 25 de Noviembre de 2008 02:03

Jorge Gómez Barata

Cuando en 1993, al derrotar a George Bush (padre), Bill Clinton se convirtió en presidente de los Estados Unidos, se rodeó de un equipo de colaboradores que aunque jóvenes y sin grandes avales políticos, poseían la preparación y disposición necesarias. Para Estados Unidos sus dos administraciones fueron exitosas.
Una década después, algunos de aquellos colaboradores de Clinton, ya no tan jóvenes y con su pedigrí marcado por el desempeño en la política y la empresa privada, incluido el fallido intento de su ambiciosa mujer, Hillary, por alcanzar la nominación Demócrata, aquel equipo está siendo reciclados por Barack Obama, quien los está convirtiendo en el núcleo de un gabinete presumiblemente diseñado para el cambio.

La pregunta de porqué en un país con 50 estados y sus respectivos gobiernos, parlamentos y sistemas judiciales, con alrededor de 8,000 universidades, las mayores corporaciones del mundo y una vastísima burocracia federal, un presidente insólito, acude a un staff con sello ajeno.
Aunque el hecho de no improvisar e intentar sumar a personas con experiencia, éxitos y determinada capacidad de convocatoria es un signo positivo, puede ocurrir que, percibidos en conjunto, los integrantes del equipo de Clinton, “ex oficio”, se constituyan en un virtual “grupo de presión”, formen un gremio, se solidaricen unos con otros, compartan lealtades y priven al Presidente de la necesaria diversidad de enfoques y puntos de vista que aseguran la eficiencia de una administración democrática. No es la primera que ocurre.
Sin embargo, las mayores reservas relacionadas con la formación de su staff, la percibe Obama debido a los persistentes rumores de que seleccionará a Hillary Clinton como Secretaria de Estado, convirtiéndola en la segunda figura de la administración y en la que más publicidad recibe, decisión que puede ser el resorte que deja caer la trampa.
No se trata de con la dama entre también el caballero cuyos partidarios han copado ya varios ministerios, sino de que la senadora, ex primera dama y aspirante frustrada a la Casa Blanca que, con sus 61 años estaría en plenitud de forma para relanzar sus aspiraciones en el 2012.
Conceder tal protagonismo a una figura que tiene su propia agenda y puede usar el cargo para fertilizar sus proyectos políticos personales, abandonando al Presidente en el momento en que lo considere más conveniente es, cuando menos, arriesgado.
A las reservas se suma el hecho de que Hillary, que no es una experta en asuntos internacionales ni se le conocen actitudes ni especial vocación para la diplomacia, durante la campaña criticó con ciertos sarcasmos la inexperiencia de Obama en la materia, atribuyéndola a su falta de madurez y usándola como prueba de su falta de idoneidad para el cargo, cosa que los grandes interlocutores del presidente no olvidarán y la prensa no dejará de utilizar.
Lo más delicado pudiera ser que, habiendo sido llamado para cubrir el déficit de conocimientos y experiencia en el área internacional del Presidente, el Vicepresidente Joseph Biden, un especialista en la materia, con más de 30 años en el Senado, buena parte de ellos como Presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, se sienta relevado o disminuido por la dueña de un ego elevadísimo.
El récord de la Clinton en política exterior al haber votado a favor de la guerra en Irak, endosar el curso de confrontación respecto a Irán y Corea, criticar a China, apoyar incondicionalmente a Israel y mostrarse dura frente a Rusia, no parece coincidir, al menos en la forma con la calculada moderación que quisiera mostrar Obama, a quien no parece convenirle una versión caucásica de la Rice, ahora viuda de Bush y obligada a sumergirse en un anonimato del que nunca debió salir.
De todos modos, tengo dudas de que el nuevo Presidente cometa el error de situar a Hillary Clinton en un cargo en el cual lo más que puede hacer es estorbar. Viviremos para ver.
Por Esto!

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