viernes, 28 de noviembre de 2008

Historia de titanes: Slim y Hernández

Historia de titanes: Slim y Hernández
Dos de los hombres de mayor peso económico en México han llevado vidas que, de cuando en cuando, se juntan y se separan.


“Es una vergüenza y un cinismo que Banamex, en lugar de vender sus activos para pagar sus quebrantos, los use para comprar Bancomer. Con la crisis bancaria, Banamex fue el único banco en el que no se diluyeron los accionistas ni aportaron capital fresco, nunca. Los quebrantos ya los pagó Fobaproa y los va a cubrir la sociedad”, dijo en mayo de 2000 Carlos Slim Helú. Estaba muy molesto. Los reporteros se quedaron mudos. El entonces hombre más rico de México (lo es hoy, pero también del mundo) hizo lo que nunca: hablar en público de Roberto Hernández Ramírez.

Pero no siempre fueron distantes. A principios de los años 70, apenas unos veinteañeros (y recién desempacados de la universidad), Slim y Hernández llegaron al sector bursátil a probar suerte. Uno venía de la UNAM; el otro, de la Ibero. En 1975 se colgaron una primera medalla: juntos, de la mano de otros personajes que se volverían clave en el mediano plazo, impulsaron la Ley del Mercado de Valores que modernizaba al sistema financiero y permitía la creación de casas de bolsa. No fue un asunto menor: en realidad, con la incorporación formal de estos intermediarios, estaban colocando a México en dinámicas internacionales. El actual sistema financiero mexicano no se entiende sin aquella Ley, y sin el efecto que provocó desde entonces. Incluso la primera gran fortuna de ambos se explica a partir de allí: los dos empresarios fundarían, al poco tiempo, Inbursa y Accival, tesoros que les rinden frutos hasta hoy.

Las carreras de Hernández Ramírez y de Slim Helú se fueron pisando los talones. A finales de los 80 y principios de los 90, sin embargo, el empresario de origen libanés tomó distancia y se volvió personaje global. Su nombre apareció en la lista Forbes y de allí ya no se bajó, sino todo lo contrario: continuó escalando hasta volverse el hombre más rico del planeta. Mientras, Hernández hizo lo suyo, más modesto... si es que tener una fortuna cercana a los 2 mil millones de dólares puede ser modesto.

Fortunas a un lado, en el día a día los empresarios se fueron jugando los negocios a pulso. En los últimos años sus intereses se han diversificado y distanciado, pero en las dos décadas anteriores se arrebataron empresas y posicionamiento. Ambos suspiraron por Telmex; lo ganó Slim. Ambos quisieron Banamex; se lo quedó Hernández. Los dos fueron por la telefonía y en eso andan. Los dos entraron a Televisa; primero Slim, quien ya desinvirtió; ahora Hernández es el que tiene participación fuerte. Tanto uno como otro se han acercado a los presidentes y secretarios mexicanos, sin importar de qué filiación política provengan.

Por si fuera poco, los dos comparten una estrecha relación con un personaje mayor: Alfredo Harp Helú, muy público por su secuestro en 1994, y famoso por su mano de oro con los negocios… al igual que los otros dos. Harp es el gran socio de Roberto Hernández; un hermano, se dice. Pero además es el primo de Carlos Slim.

No está clara la estrategia de Inbursa, propiedad de Slim, ahora que ha comprado acciones en Citigroup, el grupo financiero al que Roberto Hernández le vendió Banamex y en el que tiene un asiento en el Consejo de Administración. Inbursa dice que no es que Slim quiera entrar a Citi, sino que compra acciones como intermediario para sus clientes. Puede ser así, aunque se antoja que no: si Slim compra parte de Citigroup tendrá mucha lógica: la lógica que ha movido a ambos durante muchos, muchos años ya...El Universal.


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